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La leyenda del Doctor

Una leyenda muy popular en la ciudad del Mosela cuenta que, en el siglo XIV, el Príncipe elector de Tréveris, Bohemundo II, enfermó gravemente de una fiebre durante una estancia en el castillo de Landshut.

Wein genießen an der Mosel. Zum Beispiel bei der Erlebnisführung "Doctor-Wein-Tour" in Bernkastel-Kues; im Hintergrund der historische Marktplatz.
© C. Arnoldi
Gästeführer der Doctor-Wein-Tour in Bernkastel-Kues hält Equipment (Spritze) in den Händen.
© C. Arnoldi
Ein Gästeführer der Stadt Bernkastel-Kues, gewandet als Bernkasteler Doctor.
© Augenfaellig
Wein trinken an der MosEine Flasche Wein von der berühmten Weinlage Bernkasteler Doctor.
© Wein- und Ferienregion Berkastel-Kues GmbH
Dieses Kunstwerk an der Mosel steht in Bernkastel-Kues. Der Doctorbrunnen. Er zeigt reliefartig die Geschichte des berühmten Bernkasteler Doctorweins.
© Wein- und Ferienregion Berkastel-Kues GmbH

Gravemente enfermo, el Arzobispo Bohemundo II., que reinó de 1354 a 1362 en el Arzobispado de Tréveris, al cual el Emperador Carlos IV concedió en el año 1356 el status de Electorado por medio de la Ley imperial denominada como «Bula de Oro», se encontraba postrado en su fortaleza de Landshut en Bernkastel.

Muchos fueros los médicos que se acercaron al lecho del viejo señor, pero ninguno de ellos logró traer la salvación esperada. Bohemundo ya había ingerido cantidades ingentes de brebajes y amargas medicinas, pero todo fue en vano. Entonces hizo proclamar en todo el arzobispado que cualquiera que supiera vencer la molesta fiebre acudiera a prestarle su ayuda, prometiendo que tendría su merecida recompensa.

En aquella época vivía un anciano caballero en el castillo de Hunolstein, en la región del Hunsrück. Muchas luchas encarnizadas había librado como joven paje y como hombre adulto, y muchas tempestades y lluvias, mucha calor y mucho frío había resistido. Ahora, la nieve de la edad cubría su cabeza y profundos surcos marcaban su frente curtida. Sin embargo, sus miembros aún conservaban su fuerza, su nuca se mantenía firme y erecta, y el rosado juvenil de sus mejillas contrastaba alegremente con la barba blanca que enmarcaba el rostro.

Si este caballero sentía alguna vez debilidad en sus viejos huesos o sentía escalofríos en el cuerpo en las heladas tardes del mes de diciembre, el único remedio que hacía efecto era un trago del potente vino de Bernkastel que había cultivado él mismo. El caballero de Hunolstein era un hombre acaudalado de la región de Bernkastel. Por lo tanto, solía beber un trago largo y fuerte de la jarra llena, no solo un mísero traguito.

Cuando supo de la enfermedad del obispo, acudió sin demora a ayudar a su señor clerical con el remedio que tantas veces le había probado su eficacia. Emprendió el camino hacia el pobre enfermo, llevándose un pequeño barril de su mejor vino viejo. Bohemundo se asustó no poco al ver este extraño curandero; pensaba que tendría que tomarse un barril lleno de una amarga medicina.

Sin embargo, el caballero bajó el recipiente redondo del hombro, clavó la espita, la abrió y llenó una copa con el líquido claro y dorado, cuyo aroma especiado inundó enseguida toda la estancia. Entonces desapareció la preocupación del señor enfermo. Se incorporó de entre sus almohadas, aceptó la ofrenda y vació la copa hasta la última gota. Mientras tanto, su visitante se desataba en improperios contra los charlatanes y doctores y los envió a todos al diablo. El nuevo tratamiento le hizo efecto al prelado; se recuperó por completo, y lleno de agradecimiento dio al potente elixir de la salud el nombre «Bernkasteler Doctor», que sigue llevando hasta nuestros días.

Siguiendo las huellas de una leyenda
Así, el vino «Bernkasteler Doctor» obtuvo su nombre. Esta leyenda nos inspiró a crear una ruta muy especial: la visita guiada con el Doctor de Bernkastel. Como no podía ser de otra manera, esta visita con una duración de 90 minutos por el casco antiguo de Bernkastel incluye una degustación de 2 copas de vino del Doctor.